¡Hola!
Hoy quiero inaugurar una sección de relecturas en la que pretendo ir comentando aquellos libros que me he leído más de una vez y para compartir mis impresiones sobre los mismos.
Justo ayer terminé mi cuarta lectura de "Harry Potter y el cáliz de fuego" de J. K. Rowling, cuarto volumen de la saga.
Es cierto que no leí los libros hasta un tiempo después de su publicación. Debo reconocer que, en gran medida, debido al gran "boom" generado ya que, cuando veo algo en todas partes en vez de animarme a leerlo y conocerlo de primera mano, suelo sentir cierto grado de hartazgo y me echa para atrás.
Como comento no fue hasta el año 2007 que de verdad sentí el impulso y las ganas por descubrir esta saga. Y no me queda otra que decir la verdad, me sentí una idiota por no haberle dado la oportunidad antes. Aunque quizá fue mejor así: cogerlo con ganas y en un momento en el que de verdad me apetecía; y no antes y porque lo estuviese leyendo todo el mundo.
Desde entonces he releído la saga en varias ocasiones. Concretamente el año pasado comencé una nueva relectura de los siete libros, cayendo durante 2015 los tres primeros. Y como propósito de 2016 me he puesto como objetivo releer los cuatro restantes. Este mes de marzo ha caído el cuarto. Y he aquí mis impresiones:
Creo que podría pasarme la vida entera escribiendo sobre
las maravillas que se encuentran dentro de la saga de Harry
Potter. Y quizá, ni entonces tendría tiempo suficiente para decirlo todo.
En este cuarto volumen nos encontramos con Harry, Ron y Hermione dispuestos a empezar su cuarto curso en Hogwarts, pero antes tiene lugar un acontecimiento muy especial dentro del mundo mágico: los Mundiales de Quidditch. Y entonces empiezan a ocurrir una serie de sucesos que bien podríamos tomar como advertencia de que algo malo, muy malo está a punto de suceder.
Recuerdo que la primera vez que leí la saga al completo, éste fue el libro que más me gustó (después de varias lecturas, actualmente mi favorito es el tercero). Disfruté mucho de toda la descripción de los Mundiales, de todo lo diferente que sucede en este libro a lo largo de todo el curso porque tiene lugar ese gran acontecimiento que no quiero desvelar por si aún queda alguien en este mundo que no conoce a grandes rasgos los libros/películas de la saga.
Otro de los grandes descubrimientos que hay en este libro y que a mí me gusta especialmente es Rita Skeeter. Lo lamento por Harry, Hagrid o Hermione pero los artículos de la discutible periodista siempre me han parecido un poco reflejo de la profesionalidad que en ocasiones encontramos en el mundo muggle. ¡Salseo, salseo... aunque sea mentira! Lo importante es vender periódicos. ¿Pretendía Rowling hacer algo de crítica? No lo sé, pero a mí sí me despertó ese hilo de pensamientos que me llevó a enlazar el periodismo de Skeeter con el de algunos (que no todos) periodistas muggles. Aunque en el caso de Rita Skeeter he de reconocer que, de lo exagerados que eran sus escritos, me hacían hasta gracia. Lo siento Harry & Cía, pero si digo lo contrario estaría mintiendo.
Por otro lado quiero hacer un comentario que sé que a muchísimos fans de Harry Potter probablemente no les guste. Y es que, por mucho que cierto personaje acabe desvelándose en muchos aspectos como un héroe al final de la saga, me es del todo imposible justificar sus actitudes y no aborrecerlo por ellas. Y sí, me refiero a cierto profesor, y me refiero a cómo trata a Hermione (después de lo de los dientes, por ejemplo), me parece del todo injustificable. Cuando ella está siendo un poco sabelotodo puedo entender que el carácter de mala baba que tiene este hombre le lleve a tratarla mal. Pero hacerlo porque sí y por sistema, pues no. Y lo digo porque hay un ambiente de idolatría absoluta y generalizada para con este personaje que, de verdad, yo no lo comparto. Me despierta sentimientos encontrados, como mucho.
Y como creo que ya me he enrollado suficiente, sólo añadiré que quien todavía no se haya dejado embaucar por las redes mágicas de J. K., ya está tardando en hacerlo. Porque merece la pena, de verdad.
En este cuarto volumen nos encontramos con Harry, Ron y Hermione dispuestos a empezar su cuarto curso en Hogwarts, pero antes tiene lugar un acontecimiento muy especial dentro del mundo mágico: los Mundiales de Quidditch. Y entonces empiezan a ocurrir una serie de sucesos que bien podríamos tomar como advertencia de que algo malo, muy malo está a punto de suceder.
Recuerdo que la primera vez que leí la saga al completo, éste fue el libro que más me gustó (después de varias lecturas, actualmente mi favorito es el tercero). Disfruté mucho de toda la descripción de los Mundiales, de todo lo diferente que sucede en este libro a lo largo de todo el curso porque tiene lugar ese gran acontecimiento que no quiero desvelar por si aún queda alguien en este mundo que no conoce a grandes rasgos los libros/películas de la saga.
Otro de los grandes descubrimientos que hay en este libro y que a mí me gusta especialmente es Rita Skeeter. Lo lamento por Harry, Hagrid o Hermione pero los artículos de la discutible periodista siempre me han parecido un poco reflejo de la profesionalidad que en ocasiones encontramos en el mundo muggle. ¡Salseo, salseo... aunque sea mentira! Lo importante es vender periódicos. ¿Pretendía Rowling hacer algo de crítica? No lo sé, pero a mí sí me despertó ese hilo de pensamientos que me llevó a enlazar el periodismo de Skeeter con el de algunos (que no todos) periodistas muggles. Aunque en el caso de Rita Skeeter he de reconocer que, de lo exagerados que eran sus escritos, me hacían hasta gracia. Lo siento Harry & Cía, pero si digo lo contrario estaría mintiendo.
Por otro lado quiero hacer un comentario que sé que a muchísimos fans de Harry Potter probablemente no les guste. Y es que, por mucho que cierto personaje acabe desvelándose en muchos aspectos como un héroe al final de la saga, me es del todo imposible justificar sus actitudes y no aborrecerlo por ellas. Y sí, me refiero a cierto profesor, y me refiero a cómo trata a Hermione (después de lo de los dientes, por ejemplo), me parece del todo injustificable. Cuando ella está siendo un poco sabelotodo puedo entender que el carácter de mala baba que tiene este hombre le lleve a tratarla mal. Pero hacerlo porque sí y por sistema, pues no. Y lo digo porque hay un ambiente de idolatría absoluta y generalizada para con este personaje que, de verdad, yo no lo comparto. Me despierta sentimientos encontrados, como mucho.
Y como creo que ya me he enrollado suficiente, sólo añadiré que quien todavía no se haya dejado embaucar por las redes mágicas de J. K., ya está tardando en hacerlo. Porque merece la pena, de verdad.
Y por ello, es muy sencillo que a esta cuarta lectura, en algún tiempo, le sobrevenga una quinta. Muy sencillo.
¡Hasta pronto!
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