Título: La última confidencia del escritor Hugo Mendoza
Autor: Joaquín Camps
Editorial: Planeta (yo tengo una edición de Círculo de Lectores)
Fecha de publicación: 2015
Páginas: 797
Mi puntuación:★★☆☆☆
Sinopsis:
El atractivo profesor
de literatura Víctor Vega decide aceptar la insólita propuesta que le
hace la viuda del escritor Hugo Mendoza: investigar si, a pesar de que
su muerte fue rigurosamente certificada, su marido sigue vivo y
averiguar quién envía, cada tres de diciembre, un nuevo manuscrito del
escritor fallecido. Con sus pesquisas Víctor desvelará misterios que
pondrán en peligro su vida, pero lo hará acompañado de una bella y
enigmática mujer de la que se enamorará irremediablemente. Paloma, una
histriónica experta en matemáticas, y Santa Tecla, monja de clausura que
además es un genio informático, también arroparán a Víctor en esta
trepidante novela plagada de enigmas.
Opinión personal:
¿Por dónde empezar?
¿Por dónde empezar?
Este libro lo cogí en el mes de diciembre por
primera vez, con muchas ganas y muchas expectativas. Pero después de 300
páginas de pura frustración, porque me sobraban 200 de esas 300 páginas, lo dejé apartado hasta este mes de abril.
Lo retomé con la esperanza de que la situación cambiase y por fin pudiese sentir por este libro lo que tantísima gente había sentido. Pero durante 200 páginas más, la frustración se mantuvo en su máximo nivel. Y entonces llegué a la página 500 y de ahí en adelante sí, la cosa mejoró, mejoró mucho.
A la forma de escribir del autor no le puedo poner ni un pero en el sentido de que tiene un estilo muy personal y que resulta muy agradable de leer. Pero caso aparte me parecieron los diálogos, el lenguaje tan de andar por casa lo llevé bien hasta que se convirtió en una constante. ¿Sabéis lo del refrán ese que dice que lo mucho cansa y lo poco aburre? Pues tal cual. Me cansaba y me desesperaba leer los diálogos de Paloma, Jessica... (y otros personajes) con esa forma de hablar: los "ni na" en lugar de ni nada, los "jóputa" en vez de hijo de puta, los "divertío" en vez de divertido, los "podría" en vez de podrida y etc, etc...
En el tema paja... Pues, sintiéndolo mucho, creo que este libro tiene mucha, pero mucha, mucha paja... Hay tropecientas situaciones y personajes a los que se les da cancha y tienen cero relevancia en la historia. Con todo cariño: la niña, la ex mujer y la pareja de la ex mujer de Víctor me importaban un pito y medio. Importaban nada en la trama.
Por otro lado: Paloma. Es un personaje muy interesante, diferente, muy característico y muy bien caricaturizado. Pero ése es el problema. Que en gran parte del libro no dejó de parecerme una caricatura. Simpática a veces, hiriente en otras. Buen personaje pero muy excesivo y llevado hasta el extremo. Y abordando otra vez el tema paja, con ella todo el tema de Benito, Las Vegas, etc... para mí sobra. Eso sí, sus conversaciones con la monja de lo mejorcito.
Sé que estoy siendo muy inflexible pero quizá soy así de dura en todo lo que me sobra porque lo único, el único más bien, que de verdad me estaba interesando era Hugo Mendoza. Y de Hugo Mendoza se sabe poco, poquito hasta el tramo final en el que empiezan a sucederse los grandes descubrimientos, hasta ese momento alguna pildorita de vez en cuando y gracias. Y es una lástima porque al respecto de este personaje lo compro todo, me gustó todo. Creo que es tan buena la trama que se nos descubre en esa recta final del libro que, aún más, me parece prescindible toda la parafernalia previa. Y más aún me frustro porque siento que había algo muy bueno dentro de este libro y quedó eclipsado por todos los adornos insustanciales que orbitaban a su alrededor. Y, por qué no decirlo, también confieso que su nota habría sido otra muy diferente si se hubiese abstenido de tantos líos insípidos y hubiese ido al meollo de la gran trama.
Dicho esto ya no voy a entrar a valorar lo surrealista de los momentos de acción y de todas las veces en que la vida de Víctor corre peligro. Porque como ya comenté antes es excesivo y, repito, lo mucho cansa.
Lo retomé con la esperanza de que la situación cambiase y por fin pudiese sentir por este libro lo que tantísima gente había sentido. Pero durante 200 páginas más, la frustración se mantuvo en su máximo nivel. Y entonces llegué a la página 500 y de ahí en adelante sí, la cosa mejoró, mejoró mucho.
A la forma de escribir del autor no le puedo poner ni un pero en el sentido de que tiene un estilo muy personal y que resulta muy agradable de leer. Pero caso aparte me parecieron los diálogos, el lenguaje tan de andar por casa lo llevé bien hasta que se convirtió en una constante. ¿Sabéis lo del refrán ese que dice que lo mucho cansa y lo poco aburre? Pues tal cual. Me cansaba y me desesperaba leer los diálogos de Paloma, Jessica... (y otros personajes) con esa forma de hablar: los "ni na" en lugar de ni nada, los "jóputa" en vez de hijo de puta, los "divertío" en vez de divertido, los "podría" en vez de podrida y etc, etc...
En el tema paja... Pues, sintiéndolo mucho, creo que este libro tiene mucha, pero mucha, mucha paja... Hay tropecientas situaciones y personajes a los que se les da cancha y tienen cero relevancia en la historia. Con todo cariño: la niña, la ex mujer y la pareja de la ex mujer de Víctor me importaban un pito y medio. Importaban nada en la trama.
Por otro lado: Paloma. Es un personaje muy interesante, diferente, muy característico y muy bien caricaturizado. Pero ése es el problema. Que en gran parte del libro no dejó de parecerme una caricatura. Simpática a veces, hiriente en otras. Buen personaje pero muy excesivo y llevado hasta el extremo. Y abordando otra vez el tema paja, con ella todo el tema de Benito, Las Vegas, etc... para mí sobra. Eso sí, sus conversaciones con la monja de lo mejorcito.
Sé que estoy siendo muy inflexible pero quizá soy así de dura en todo lo que me sobra porque lo único, el único más bien, que de verdad me estaba interesando era Hugo Mendoza. Y de Hugo Mendoza se sabe poco, poquito hasta el tramo final en el que empiezan a sucederse los grandes descubrimientos, hasta ese momento alguna pildorita de vez en cuando y gracias. Y es una lástima porque al respecto de este personaje lo compro todo, me gustó todo. Creo que es tan buena la trama que se nos descubre en esa recta final del libro que, aún más, me parece prescindible toda la parafernalia previa. Y más aún me frustro porque siento que había algo muy bueno dentro de este libro y quedó eclipsado por todos los adornos insustanciales que orbitaban a su alrededor. Y, por qué no decirlo, también confieso que su nota habría sido otra muy diferente si se hubiese abstenido de tantos líos insípidos y hubiese ido al meollo de la gran trama.
Dicho esto ya no voy a entrar a valorar lo surrealista de los momentos de acción y de todas las veces en que la vida de Víctor corre peligro. Porque como ya comenté antes es excesivo y, repito, lo mucho cansa.
Quizá sorprenda que ahora diga que me quedo con ganas de leer más cosas de Joaquín Camps pero es cierto. Su forma de escribir sí me gustó. No soy de las que marcan muchas citas memorables en los libros y este autor me hizo apuntar no menos de catorce frases. Eso sí, espero que en lo próximo suyo que lea, no duden en meterle más la tijera a lo superfluo porque ahí pierde toda la gracia.
Tampoco quiero desanimar a nadie a leer este libro. Quizá todo lo que a mí me ha parecido irrelevante tú lo disfrutes. Si es cierto que hay variedad de libros, también lo es que hay variedad de lectores. Y puede que tú que estás leyendo esto, seas de los que sepan valorarlo de otra manera de la que yo no he sido capaz. Ni es un mal libro, ni la historia es mala. Simplemente yo no he podido disfrutarlo realmente hasta el tramo final y si dijese cualquier otra cosa, estaría mintiendo.
★★☆☆☆
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